La ética del cuidado de sí en Michel Foucault




La ética del cuidado de sí en Michel Foucault



Por Vladimir Ernesto Chanchán Chinchilla




SÓCRATES: Si convienes en que fluctúas en tus respuesta» sobre lo justo y lo injusto, sobre lo honesto y lo inhonesto, sobre lo bueno y lo,malo, sobre lo útil y su contrario, ¿no es evidente que esta incertidnmbre procede de tu ignorancia?
 ALCIBIADES: Eso me parece evidente.
 
Alcibíades, Platón

Se puede deducir del Alcibíades de Platón una teoría global del cuidado de uno mismo según la cual no se puede alcanzar la verdad sin una cierta práctica o sin un cierto conjunto de prácticas totalmente específicas que transformen el modo de ser del sujeto, que lo cualifiquen transfigurándolo.

Hermenéutica del Sujeto, 13 de enero de 1982, Michel Foucault



  1. Planteamiento del problema

Para Michel Foucault la libertad es la condición ontológica de la ética[1], y la ética, es en este sentido, la forma reflexiva que adopta la libertad. La noción del cuidado de sí en el contexto griego refería tanto a la vida filosófica como también al principio básico de cualquier conducta racional. De modo que la cuestión de una racionalidad moral es el quid de la cuestión, ya que Foucault ve en el advenimiento del cristianismo la continuación de este concepto, tanto a partir de Filón de Alejandría y en Plotino, como en Gregorio de Nisa y su preocupación por el celibato. Esto es de suma importancia, ya que nos muestra la relación con determinada conducta con cierta racionalización moral, incluso en una acepción de la ética como la búsqueda radical de libertad, pasa a través de una construcción histórica de subjetividad. Sobre todo cuando se observa el privilegio que en la filosofía occidental ha tenido el conocimiento de uno mismo en detrimento de la preocupación por uno mismo. Esta última, del lado del cristianismo, ha cargado con cierto aire peyorativo, y la razón que ve Foucault de la distorsión del principio ocúpate de ti mismo es que hemos retomado esta noción de otros sistemas de pensamiento: la moral cristiana en su momento, pero luego en la moral moderna no cristiana en la estructura del Código: se han reaclimatado, abduciéndolas de su contexto y reinaungurándolas en el rigor moral del cristianismo en la obligación de renunciar a uno mismo, o en la obligación para con los otros moderna: siempre en favor de la visión cartesiana del sujeto: el acento del conocimiento de uno mismo es la vía fundamental de acceso a la verdad. Teniendo en mente este contexto, ¿Cuál es la función que cumple la ética del cuidado de sí como práctica de libertad, al tener una condición ontológica que responde a estas construcciones de la subjetividad? ¿Cómo conduce el cuidado de uno mismo a una tecnología del gobierno de los otros[2]?


  1. Enfoque utilizado

Para contestar estas preguntas, nos basaremos en la entrevista realizada por H. Becker, R. Fornet-Betancourt y A- Gómez-Müller en 1984, donde Foucault explica las relaciones entre la práctica libertad y la forma en que se adopta un determinado ethos, así como a las lecciones de Michel Foucault dictadas en el Collége de France y que luego fueron publicadas bajo los títulos Seguridad, territorio, población y Nacimiento de la biopolítica, Hermenéutica del Sujeto que están en consonancia con el proyecto de investigación del autor: ubicar los discursos de verdad en una compleja serie de redes de poder y mostrar cómo se han formado, desplazado, modificado y respondiendo a qué tipo de necesidades y coacciones que se han ejercido. Para la presente investigación me centraré en el curso de Hermenéutica del Sujeto, dictado en 1982 concentrándome especialmente en la lección del cuidado de uno mismo y el conocimiento de uno mismo; así como la compilación de trabajos y entrevistas publicadas bajo el título de Estética, ética y hermenéutica en 1994. Esto con el objetivo de demostrar la manera en que el ejercicio de poder sobre uno mismo, la noción de cuidado de sí, está directamente relacionada con la construcción de la subjetividad en el desarrollo discursivo, tanto del saber científico, como en las distintas instituciones sociales que funcionan bajo la racionalidad de la conducción de la conducta. Es decir, la presente investigación busca trazar un recorrido entre los modos de existencia y la construcción de un sujeto moral fundamentado en esta ética del cuidado de uno mismo, el cual como veremos, acontece en la autorregulación de los propios sujetos, constituyendo sus propios deseos, esperanzas, decisiones, necesidades y estilos de vida con objetivos gubernamentales fijados de antemano[3]: de aquí el interés de Foucault de su análisis de la gubernamentalidad.


El enfoque a utilizar será el de presentación de las ideas del autor, basándose en los libros anteriormente citados, para terminar con un panorama de la situación actual del debate, aprovechando las investigaciones y el “efecto” Foucault ocasionado a la luz de sus aportes.

Para Foucault la figura de pensamiento que en la antigüedad occidental que simboliza el puente entre el sujeto y la verdad es el concepto de épiméleia/cura sui: el cuidado de uno mismo. Este concepto es el principio filosófico que predomina en el pensamiento griego, helenístico y romano, pero cuyo impronta está presente en un corpus social más contemporáneo. El cuidado de uno mismo es = a la (pre)ocupación de uno mismo[4]. Para Foucault, este principio no solo es condición necesaria para acceder a la vida filosófica, sino principio de cualquier conducta racional, de cualquier vida activa que aspire a estar regida por el principio de racionalidad moral.


Foucault distingue entonces tres aspectos o nociones de la épiméleia: (1) equivale a una actitud general, a un modo determinado de enfrentarse al mundo; es decir de relacionarse con los otros, de comportarse. (2) una determinada forma de atención, de mirada. Se desplaza la mirada desde el mundo, hacia uno mismo. De manera que es una forma de vigilancia sobre lo que uno piensa. (3) la tercera designación se refiere a determinado modo de actuar, forma de comportarse que se ejerce sobre uno mismo. Es la idea de “cargar con uno mismo”, modificándose en una serie de ejercicios heredados por la tradición cultural, el sistema de la lengua, y especialmente de la moral. (4) Un corpus que define una manera de ser, formas de reflexión de un tipo que vuelven las nociones de un fenómeno, desde sus características específicas como en acto de abstracción, un capital de suma importancia[5].


No únicamente a nivel de representaciones sociales, es decir, roles en determinado contexto de grupos como la familia, la escuela o el estado, sino también en las prácticas de la subjetividad a nivel interno. A diferencia de la antigüedad, ahora hay una connotación negativa, que difiere de la noción de ethos griega: “se expresaba a través de su forma de vestir, de su aspecto, de su forma de andar, a través de la calma con la que se enfrentaba a cualquier suceso, etc. En esto consistía para ellos [los griegos] la forma concreta de libertad”[6]. Vemos pues que surge una problemática de la libertad, es en sí misma política[7] y se configura a partir de una determinada racionalidad política.  Entonces el cuidado de sí es el problema de las relaciones con los otros, ya que asumir las riendas de mi determinada libertad individual, es hacer conciente de nuestro poder sobre otros. Es decir, para Foucault en esto se fundamenta la relación moral con los otros porque ahí, en el seno de los juegos de poder, también se ubican los juegos de verdad. La palabra “juego” para el autor adquiere una connotación normativa: “un conjunto de reglas de producción de la verdad”.



  1. Situación actual del debate

Ahora bien, la noción de cuidado de uno mismo no está desarticulada de una práctica gubernamental, que no sólamente se orienta al disciplinamiento de los sujetos económicos, sino hacia la gestión de la libertad misma en donde los acontecimientos aparecen como un axioma ético: “dejar actuar”. Por ello Foucault presta especial atención a la normalización disciplinaria que emerge hacia finales del siglo XVIII asociado a la gestión de un medio ambiente que permita la actividad y movilidad de súbditos, dentro de ciertos límites aceptables. Nacen instituciones sociales asociadas a la higiene y la salud, pero también instituciones orientadas a la administración de poblaciones, entre ellas las ciencias sociales y la policía. De aquí que para analizar el desarrollo discursivo de la subjetividad, el autor dedique especial atención a los dispositivos y comportamientos de individuos en torno a determinado cuido de sí[8]. Es importante resaltar que los dispositivos de seguridad que ubica Foucault ya no buscan disciplinar los deseos, sino gobernar su circulación, a partir de este ethos normativo del gobierno de sí mismo. 


El conocimiento de sí implica el conocimiento de una serie de reglas, formas de conducta o principios que funcionan como nociones prescriptivas del yo. En este sentido tienen relación con la Razón de Estado que Foucault analiza, pero no se agota ahí. La ética está intrínsecamente ligada al juego de la verdad precisamente porque el proceso de subjetivación implica el intercambio de estas verdades para la construcción de cierto sedimento sólido, seguro, a fin de dominar el yo. Vemos pues que la relación de praćtica y saber es sin duda una parte fundamental del ocuparse de uno mismo, así como la dinámica activa entre lo que conocemos y lo que valoramos como práctica. De aquí que el cuidado de uno mismo deviene en algo así como un “arte de vivir” conmigo y con los otros.


Continuamente se exige un autodiagnóstico, una especial atención a toda forma de comportamiento para pulir sus formas. Sobre todo con la relación hacia los otros. A esto es lo que hace referencia Foucault con el concepto de “tecnologías del yo”: las operaciones y ejecuciones que se hacen tanto al cuerpo como al alma, tanto al sentimiento como al comportamiento o al conocimiento. Esto con el fin de llegar a cierto grado de plenitud o armonía.


En conclusión, la ética del cuidado de sí es una especie de ontología primaria del sujeto: la relación con sí mismo es la condición de toda construcción subjetiva, la cual está determinada por la inquietud de la comunidad, de las normas y tradiciones que ésta alberga. Este presupone el reconocimiento del otro, es esta la condición de existencia y el fundamento de toda ética.


  1. Bibliografía

       Castro-Gómez, S. (2010). Historia de la gubernamentalidad. 1st ed. Bogotá: Siglo del Hombre Editores.

       Foucault, M. and GABILONDO, A. (2001). Estética, ética y hermenéutica. Barcelona, España: Paidós.

       Foucault, M. (1987). Hermenéutica del Sujeto. 1st ed. Madrid: Ediciones la Piqueta.





[1]  Foucault, M. and GABILONDO, A. (2001). Estética, ética y hermenéutica. Barcelona, España: Paidós, p.396.

[2] Foucault, M. (1987). Hermenéutica del Sujeto. 1st ed. Madrid: Ediciones la Piqueta, p.45

[3]Castro-Gómez, S. (2010). Historia de la gubernamentalidad. 1st ed. Bogotá: Siglo del Hombre Editores, p.13.

[4] Foucault, M. (1987). Hermenéutica del Sujeto. 1st ed. Madrid: Ediciones la Piqueta, p.34.

[5] Ibídem, p. 37

[6] Foucault, M. and GABILONDO, A. (2001). Estética, ética y hermenéutica. Barcelona, España: Paidós, p.399.

[7] Ibídem, p. 399


[8] Castro-Gómez, S. (2010). Historia de la gubernamentalidad. 1st ed. Bogotá: Siglo del Hombre Editores, p.79

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