Ideal ético del matrimonio cristiano
Ideal ético del matrimonio cristiano
En este pequeño escrito intentaremos pensar acerca de la dignidad matrimonial, como la dignidad del hombre y mujer conservan su dignidad total de seres humanos, de personas y esta no se anula con el sacramento. Tomaremos como referencia el libro del Génesis y el apartado que se refiere a los grandes cambios en el matrimonio, que se encuentra en los escritos de Juan Hernández Pico acerca del Sacramento del Matrimonio.
En un primer momento, vemos expresado en Gn 1, la igualdad de la pareja humana en cuanto son imagen de Dios. Esto nos da pie para ya no pensar el matrimonio en función del genero masculino o femenino, o sea por mucho tiempo y aun en la actualidad el matrimonio se ha caracterizado por el machismo, el horizonte matrimonial ha sido relaciones autoritarias patriarcales. El paso a dar es pensar en la integridad del matrimonio, la mujer debe sentirse realizada, plenificada por el matrimonio, y el hombre debe sentirse realizado, plenificado por el matrimonio.
Ambos deben estar en función de ser seres libres, con la connotación de que se aman plenamente, entonces establecen una relación libre, de compañerismo. Una relación no tanto pensada en calidad de complementaridad, sino más bien de reciprocidad. Pues no se accede al matrimonio porque el otro me va a complementar o va a llenar vacíos que tenga el hombre o la mujer. Se accede al matrimonio en calidad de compartir la vida en libertad y amor, cada uno (mujer y hombre), conscientes de su condición, conscientes de sus fortalezas y debilidades.
Por ello ni el hombre ni la mujer contraen matrimonio para complementarse, sino más bien para crecer juntos y compartir la vida en libertad de los hijos de Dios, que son creados a imagen de Dios, y poseen dignidad en si mismos. Entonces más que complementaridad será reciprocidad, donde cada uno (hombre y mujer), con lo que se es y se tiene, comparte en dialogo sus vidas, ambos crecen, ambos se acompañan, ambos se comprenden, ambos hacen camino juntos, inspirados en el amor que se tienen.
El carácter propio del ser humano es la libertad y en esa libertad, comparte su vida con otro ser igual que el en su condición de dignidad e igualdad ( ni machismos, ni feminismos).
Gn 2 continua haciendo incapie en el carácter de igualdad “hueso de mis huesos, carne de mi carne”. Es el amor quien debe unificar a la pareja, esto no implica anulación de voluntades, sino más bien plenitud del ser, en cuanto encuentra con quien plenificar su ser en el amor.
Una sola carne, un solo deseo, el de amar y propiciar que el otro al igual que el yo tengan vida, y una vida en abundancia. Claro está que no se pueden evitar las diferencias, y es ahí donde se concentra la riqueza, en la diversidad de caracteres y formas de ser, el hilo conductor será el amor libre dado por Dios a sus personas. La vida de pareja no será nada fácil, pero si se tiene presente el ser iguales en cuanto a dignidad, se podrá vivir en síntonia de compartir el valor propio de cada uno, y no en función del uno para con el otro, o como en relación de amo y sierva o viceversa, sino que en función del crecer como persona y crecer en libertad para amar y ser amado.
Finalizo con una frase de Madre Teresa de Calcuta, que nos puede ayudar a entender la libertad del amar, amar eso único que hay en cada uno.
“El principio del Amor es dejar que aquellos que conocemos sean ellos mismos y no tratarlos de voltear con nuestra propia imagen, porque entonces solo amaremos el reflejo de nosotros mismos en ellos.”
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