Las virtudes en el horizonte actual de la sociedad


Las virtudes en el horizonte actual de la sociedad
En el siguiente escrito intentaremos reflexionar acerca de las virtudes, como un elemento más allá de ser buenos o malos. Nos acercaremos a la realidad que posibilita hablar de virtudes y poder entender también aquello que impide las posibles vivencias de las virtudes. Es importante denotar que uno los primeros autores que se refiere a las virtudes, es el filósofo griego Aristóteles en su escrito “Ética a Nicómaco”, el cual marca dos caminos hacia las virtudes, uno es el camino de las virtudes dianoética, del cual se desprenden, la ciencia, el arte, el intelecto, la sabiduría, la prudencia y el otro seria el de las virtudes éticas o morales. Es entonces como “la virtud es una «propiedad no accidental» del alma, por tanto la virtud es algo no accidental en el hombre: se cultiva por hábito (virtudes éticas) o contemplación (virtudes intelectuales o dianoéticas)”[1].

Las virtudes para Aristóteles es primero un saber, que luego se pone en práctica, la asimilación de las virtudes se inicia primero con una función reflexiva y constante. Las virtudes dianoética requieren de mucho esfuerzo en cuanto la vía para adquirirlas es mediante el aprendizaje y la enseñanza y luego el tiempo y la experiencia. Las virtudes éticas están en función de una costumbre. La asidua perseverancia en el aprendizaje, enseñanza y costumbres, llegan a convertirse en hábitos, el cual tiene como resultado la vivencia de la vida virtuosa. La vida virtuosa tiene como horizonte alcanzar un estado de intelecto integral que pueda hacer vivir a la persona en un estado armonioso con la naturaleza y por ende con quienes convive. El hilo conductor de la vivencia de las virtudes se encuentra anclado en el termino de la recta razón, de lo cual se desprende un futuro concepto de conciencia, que no es mas que la capacidad de discernimiento que hacemos entre lo bueno y lo malo. “La «virtud» es, por tanto, un hábito selectivo, consistente en una posición intermedia para nosotros, determinada por la razón y tal como la determinaría el hombre prudente. Posición intermedia entre dos vicios, el uno por exceso y el otro por defecto. Y así, unos vicios pecan por defecto y otros por exceso de lo debido en las pasiones y en las acciones, mientras que la virtud encuentra y elige el término medio. Por lo cual, según su sustancia y la definición que expresa su esencia, la virtud es medio, pero desde el punto de vista de la perfección y del bien, es extremo.”[2] “La virtud es entonces una disposición de realizar acciones cuyos efectos se caracterizan por su perfección; esta disposición se relaciona con la actividad-felicidad puesto que hacer algo bueno es deseable por sí mismo.”[3]

Tomando estas primeras ideas acerca de la virtud retómanos el planteamiento de Greg Pence en su Teorías de las virtudes[4] , la cual pone de manifiesto su mirada mas allá de hechos conceptuales de virtudes. El considera que no se puede hablar de virtudes o no virtudes, sin antes ver a la persona en lo que es y como ha sido, en una mirada histórica del ser, sin juicios o prejuicios.

En palabras de Bertrand Russell[5] es importante el punto de encuentro entre los medios y los fines, pues esto marca la diferencia entre un hombre civilizado y un salvaje, entre un adulto y un niño, entre un hombre y un animal. Cada persona está marcada por su contexto, por su realidad, y esto determina su modo de proceder en la vida, la vivencia ética debe tener claro el bien como modo pleno de vivir y no como un medio para satisfacer el ego o materializarse en la adquisición de bienes.

Retomando la idea de Aristóteles de las virtudes como un ejercicio asiduo de aprendizaje y también el ejercicio de hábitos, nos encontramos con una problemática actual que imposibilita la vivencia de una vida virtuosa, podríamos decir que en nuestra realidad mundial de pobreza y conflicto se crea las condiciones para que no se logre alcanzar un nivel de felicidad en cuanto las vivencias de las virtudes. El primer problema con la que nos encontramos es una educación precaria, donde no todos los niños y jóvenes tienen acceso. Se considera que un total de “121 millones de niños y adolescentes nunca han ido a la escuela o la han abandonado, a pesar de la promesa de la comunidad internacional de alcanzar una Educación para Todos en 2015. Los datos muestran que apenas ha habido progresos en reducir este número desde 2007. Los niños que viven en zonas de conflicto, los niños trabajadores y aquellos que sufren discriminación por etnia, género y discapacidad son los más afectados. También hay una preocupación creciente de que los avances conseguidos en el acceso a la educación se deteriorarán si no se produce un cambio esencial en las políticas y en los recursos.” [6]. Hay educación, pero no para todos, y la educación accesible a las clases bajas es insuficiente para establecer un cambio de paradigma a nivel personal y a nivel social. “Desde su origen, la institución escolar ha estado caracterizada por estructuras y prácticas que hoy se consideran mayormente obsoletas y anacrónicas. Decimos que no acompañan las necesidades del siglo XXI. Su principal falencia se encuentra en un diseño que no considera la naturaleza del aprendizaje, la libertad de elección o la importancia que tienen el amor y los vínculos humanos en el desarrollo individual y colectivo.”[7]

Es decir que la propia educación se ha ido transformando en la barrera que impide al ser humano actual vivir desde una perspectiva virtuosa, pues el fin de la educación se ha tornado pragmática y lo que persigue es hacer personas de éxito, y no personas felices. La educación se ha encuadrado y se ha convertido en enseñar un manual de conducta para responder a las políticas impuestas por el mercado.

Como hablar de virtudes cuando lo que se aprende es algo diferente o contrario a la búsqueda del mayor bien como persona. Suele pasar que vemos a las personas desde una visión muy pequeña y tendemos a crear estereotipos y prejuicios, sin tomarnos la tarea de ver más profundamente la realidad de las personas que no llegan a actuar de manera virtuosa. Detrás de tantos niños, jóvenes y adultos sumergidos en las redes del crimen, se esconde un sistema que los propicias, inicialmente por su precaria educación y su malas costumbres, ahora bien no es solo cosa de las clases baja, vemos en las altas esferas de la sociedad, dentro de los gobiernos, los escándalos constantes de corrupción, la corrupción de tantos funcionarios y personajes públicos no es mas que el fruto de algo que se encuentra en su historia familiar y social desde los primeros años de vida.

Los modelos actuales de sociedad no son el estándar necesario o básico para llegar a acceder a ese anhelado camino de las virtudes.





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[1] ROMÁN, Ana María Ayala. VIRTUD Y FELICIDAD: ANÁLISIS DESDE LA ANTROPOLOGÍA CARTESIANA Y EL PENSAMIENTO COMUNITARIO DE SPINOZA. Praxis Filosófica Nueva Serie, 2017, no 44, p. 169-191.
[2] Aristóteles. 2000. Ética Nicomáquea. Madrid : Gredos, 2000, p. 171 84-249-1007-9
[3] ROMÁN, Ana María Ayala. VIRTUD Y FELICIDAD: ANÁLISIS DESDE LA ANTROPOLOGÍA CARTESIANA Y EL PENSAMIENTO COMUNITARIO DE SPINOZA. Praxis Filosófica Nueva Serie, 2017, no 44, p. 169-191.
[4] SINGER, Peter (ed.). Compendio de ética. Alianza, 1995.
[5] Russell, Bertrand. 1993.Sociedad humana: ética y política. Madrid: Cátedra, 1993, p. 54 84-376-0458-3
[6] Unicef. Unicef. [En línea] [Citado el: 20 de noviembre de 2017.] https://www.unicef.es/prensa/los-adolescentes-tienen-el-doble-de-probabilidades-de-estar-sin-escolarizar-que-los-ninos-en.

[7] Prohibida, La Educación. [En línea] [Citado el: 20 de noviembre de 2017.] http://educacionprohibida.com/pelicula/que/.


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