Internet desde la ética de la prudencia.
Internet desde
la ética de la prudencia
Tomaremos como
punto de partida para hablar de prudencia, la visión general que presenta Aristóteles
en su ética a Nicómaco[1].
Primeramente
la prudencia esta dentro de la virtud, y la virtud es considerada en si un modo
de haberse en la vida, un modus vivendi
de cada ser humano, mediante el cual se alcanza y se va forjando un camino
basto de práctica y por ende de aprendizaje, que en definitiva nos conducen
hacia el estado de bienestar, al mejoramiento diario de nuestra manera de
pensar y actuar. La práctica de las virtudes va encaminadas a una meta, a vivir
armónicamente y hacernos mejores personas, para con nosotros mismos y con los
demás, por lo que entonces podemos decir que su objetivo fundamental es
ayudarnos a alcanzar la plenitud en nuestra vida, acercarnos a la felicidad.
Ahora bien la
prudencia entendida como virtud, la podemos tomar como la capacidad de
discernir, que a su vez es en esencia es la capacidad de ser consecuentes; en
si la prudencia recae
sobre lo que es justo y bello y bueno para el hombre, cosas todas cuya
ejecución es propia del varón esforzado, no por saberlas estaremos más dispuestos
a la acción, si es verdad que las virtudes son hábito[2].
La
prudencia básicamente nos impregna de criterio en cuanto somos capaces de
distinguir y hacer opciones que impliquen lo bueno, claro está que esto de la
práctica de la prudencia es un proceso y un camino de convencimiento en la cual
solo la práctica asidua hace posible que podamos ser prudentes.
Ahora
que ya hemos delimitado el término prudencia, podemos crear una relación de prudencia
con el uso del Internet.
Internet
será utilizado prudentemente en la medida que edifique nuestra capacidad de ser
mejores humanos, de poder pensar y actuar conforme al bien. Será prudente el uso de Internet cuando
se es capaz de ir creciendo en las relaciones humanas, no solo a nivel virtual,
sino a nivel interpersonal. La prudencia estará presente cuando nuestro
discernimiento (capacidad de elegir), sea capaz de vislumbrar los riesgos y
peligros, y frente a ellos actuemos con la mayor cautela y seamos capaces de
evitarlos y hacer un uso sano y libre de este medio. Si
se usa con sabiduría, puede contribuir a satisfacer el deseo de sentido, de
verdad y de unidad que sigue siendo la aspiración más profunda del ser humano[3].
El ser prudente implica
no ser complacientes en cuanto un sin número de placeres mal sanos, como ya lo
hemos mencionado en cuanto al riesgo de caer en dependencias y adicciones o en
la desvalorización de la persona en los contenidos pornográficos; la reglamentación de Internet es deseable, y en
principio la autorregulación es lo mejor[4],
en eso propiamente se manifestara nuestro grado de virtud en la prudencia, en
cuanto sepamos usar nuestra libertad adecuadamente.
Ahora
bien si consideramos que la prudencia es un proceso, podemos hacernos la
pregunta ¿y este proceso donde inicia?; la repuesta implica a un sin número de agentes[5]pues
desde las primeras etapas se está expuesto al libre uso del Internet, por eso
el camino inicia con los padres, que tendrán siempre la obligación de dar
formación integral a sus hijos en cuanto a una moral clara, además de superar
prejuicios y acercarse a sus hijos y darles una debida orientación de la
sexualidad, siempre asiendo referencia al deber de respetar a la persona
humano, en cuanto posee dignidad en sí misma, además de promover el valor de la
castidad y autodisciplina. Los padres deben ser luz para sus hijos, deber
promover confianza y cercanía, orientarlos de los diversos peligros que puedan
encontrase navegando en Internet, hacerles conciencia de tomar criterios
objetivos que salvaguarden su integridad, deberán estar pendiente de lo que
miran y hacen sus hijos al usar internet, no con el fin de coaccionar su
libertad, sino con el fin de ayudarles a crear criterios de selección adecuados
y consistentemente buenos.
Otra
instancia fundamental en la formación ética de niños y jóvenes, son los educadores[6],
estos deben ayudar a los padres a formar a los hijos éticamente, deben
ayudar al joven y al niño a formar conciencia y razón critica frente a lo que
se les pueda presentar al estar en contacto directo con la web, deben dar
pautas claras de un buen discernimiento; de este modo los niños y jóvenes serán también capaces de resistir a las
manipulaciones y sabrán luchar contra los hábitos meramente pasivos en la
escucha y visión de este medios[7].
Es necesario que los jóvenes
tomen conciencia de lo mucho que pueden hacer por mejorar la sociedad, en
particular con el uso del Internet, valiéndose de la prudencia, puedan poner muros al avance de la pornografía y la
violencia[8].
Respondiendo positivamente, a las
iniciativas de sus padres y educadores y asumiendo sus responsabilidades en lo
que reclama capacidad de decisión moral, así como en la elección de sus
diversiones[9].
Un ente primordial en la
formación de la persona va a ser la Iglesia[10],
que como fundamental tarea busca una formación constante y lucida de la fe,
dando pautas así para una verdad moral objetiva, para ello debe ir rompiendo
con un sin número de tabúes y prejuicios en cuanto a la sexualidad, deberá
abrirse y atreverse a formar en una sexualidad fundamentada en la fe. Frente a
un relativismo ético la Iglesia debe presentarse como profética anunciadora de
la buena nueva y denunciadora de los males del mundo. Una tarea de la Iglesia
será integrar en sus diversas catequesis y apostolados una formación integral
de cómo usar el Internet y sacarle provecho en el campo de evangelización. Esto implica que el sacerdote, el religioso y la religiosa, los agentes
de pastoral deban estar debidamente instruidos en el campo, y no solo lo
categoricen como algo malo.
Para poder regirnos bajo la virtud de la prudencia, al hacer uso de
Internet es necesario que tomemos en cuenta algunas consideraciones: lo primero
es evitar dejarnos ir por los impulsos actuando precipitadamente; lo
recomendable es fijarnos un objetivo una meta, pensar antes de actuar, de
cliquear por cualquier lado, es necesario entonces hacer uso de internet con
medida y pensando previamente para que lo queremos usar, para evitar caer en
dispersión, en pérdida de tiempo y hasta visitando sitios indebidos, que nos
dañan, debemos fijarnos un tiempo previamente para así no divagar. Debemos
discernir lo que sentimos lo que deseamos, pues los deseos mal encausados
pueden llegar a desequilibrarnos, podemos llegar a caer entonces en el
desenfreno, y ya sabemos que el desenfrenado,
desea vivamente todos los placeres o los más atrayentes, y es arrastrado por su
deseo al punto de preferirlos a todo lo demás. Por lo cual entristece tanto por
no alcanzarlos como simplemente por desearlos, como quiera que el deseo vaya
acompañado de tristeza, por más absurdo que pueda parecer absurdo entristecerse
por el deleite[11].
Es necesario ser contaste en nuestro modo de actuar correctamente, claro
está que en muchas ocasiones nos desviaremos del camino, pero siempre se puede
aprender de los errores, debemos estar dispuestos a comenzar de nuevo.
[1] Cf. (Robledo,
1977)
[3] Benedicto XVI, Mensaje para la XLV Jornada Mundial de las comunicaciones Sociales, 5 de junio 2011.
[5] Cf. Pornografía y Violencia en las
Comunicaciones Sociales: una respuesta pastoral, n. 24
[6] Pornografía y Violencia en las
Comunicaciones Sociales: una respuesta pastoral, n. 25
[7]Ibíd.
[8]Pornografía y Violencia en las
Comunicaciones Sociales: una respuesta pastoral, n. 26
[9]Ibíd.
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